FIN A LA CORRUPCIÓN…¡¡¡POR DECRETO!!!… (PRIMERA PARTE) 4

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La corrupción, en México, es un problema generalizado. Quien quiera verlo sólo en un determinado grupo o sector de la sociedad… no importa mucho si está mintiendo a los demás… lo grave es que se está engañando a sí mismo.

Sus efectos, consecuencias y hasta privilegios ilegales abarcan a todos los sectores de la colectividad, en todos los niveles socioeconómicos.

Es corrupto el individuo que soborna para no ser sancionado. El que cobra un ingreso o un salario por un trabajo que no ha realizado. El que demanda, en tribunales, aquello que no le es debido y el funcionario que se lo otorga. El que realiza obras ilegales a costa del erario o contra disposición expresa de la ley. El que tira basura en vía pública o contamina los ríos y mares. El que bloquea vialidades, caminos o carreteras, en nombre de causas, a veces legítimas, pero con fines inconfesables. El que, con desprecio de los demás, estaciona su vehículo en lugares prohibidos o hace de sus continuas fiestas nocturnas la pesadilla de sus vecinos.

Es corrupto el sujeto que entrega ilegalmente recursos a servidores públicos para obtener beneficios que de otra manera no hubiera logrado y los “servidores” que lo propician. El empresario que se favorece de su cercanía con el poder y el poder que se colude con éste. El líder sindical, social o político que lucra con las necesidades básicas de la gente y la gente que hipoteca su voluntad a cambio de recibir limosnas. El que compra y el que vende votos. Los partidos políticos insaciables en la apropiación y privatización de los recursos públicos (no conozco ninguno de otro tipo). El agente económico o el intermediario financiero que lavan dinero y todos sus beneficiarios. El que trafica y vende mercancías ilegales a la vista de la autoridad que obtiene provecho de ello. El funcionario que autoriza giros ilegales y quienes los operan. El comercializador de “productos milagro” y el político que, por el poder, promete soluciones mágicas para supuestamente solucionar problemas complejos.

Es corrupto el “intelectual” que se vende a una causa y hasta se proclama mártir de ella. El que aprovecha una tragedia para chantajear en forma vitalicia y, con ello, asegurar su modus vivendi. El que, a la vista de todos, transgrede la ley, ataca impunemente a las personas o los bienes o derechos de terceros, y la autoridad que lo permite por temor a asumir el “costo político”, renunciando, de facto, a ser autoridad.

Es corrupto el funcionario o el particular que amasan fortunas impresionantes, para ellos y para sus familias, a costa del desvío de recursos públicos y aún privados. El individuo que miente para sumar ingresos de diversos programas asistenciales y vivir de ellos, sin tener que trabajar. El que, con la investidura de legislador, comercia con las leyes, se protege de ellas, y obtiene cuantiosos favores. El sujeto (sea quien sea, del sector público o privado) que se colude con los criminales y, por ello, es el criminal mismo (etcétera, etcétera, con millones de etcéteras)… Los oprobiosos ejemplos se multiplican por doquier, son incontables, se mezclan entre sí, y desafortunadamente, por lo pronto, se revelan como inacabables.

La corrupción, en México, es, a fin de cuentas, una forma de vivir, de convivir y hasta de sobrevivir. Como muchos padecimientos, no conoce origen, edad, género, posición social, ocupación, rango o investidura… El poder y el dinero se ensucian mutuamente, como también lo hacen la pobreza, la ignorancia y la necesidad. Esta terrible realidad, que ha acompañado no sólo a nuestro país, sino a gran parte de la humanidad, no puede ser negada, a menos de caer en un maniqueísmo simplón y barato. Dividir a los grupos sociales (altos, medios y bajos) o de poder (mucho o poco) en “buenos” y “malos” es caer en la simulación y en la mentira. Es caer en el engaño…

En consecuencia, enfrentar la corrupción, de manera parcial y verla únicamente como un fenómeno atribuible sólo a un determinado grupo social o a una actividad en particular, es un enfoque demasiado simplista, pobre, estrecho de miras, y necesariamente destinado al fracaso…

Y sin embargo, no podemos ni debemos resignarnos a ella. Su combate, sin duda prioritario, es una tarea de largo plazo, multidisciplinaria, complicada y compleja, que exige liderazgo (¡que no veo!) y planeación; no división ni improvisación. Precisa de una acción ejemplar de gobierno, desde y para el gobierno (“como reza el dicho popular: predicar con el ejemplo”); que envíe un mensaje claro a la sociedad de que en la práctica (de manera real, verdadera y constatable) las leyes y sus sanciones se está aplicando sin concesiones, sin favoritismos y sin privilegios individuales, de grupo o de clase. Pero además, ese liderazgo necesita involucrar, a la sociedad en su conjunto, en esa misma dinámica de cumplimiento de las normas básicas de convivencia, con la conciencia de que ese complimiento contribuye al bien común, pero también con la inminencia de una sanción en caso de quebrantarlas. Es, pues, algo más serio… es un auténtico cambio de cultura y no un mero golpe de timón burocrático. Y no… no puede hacerse por decreto.

¿Es que alguien piensa que el combate a la corrupción puede hacerse por decreto?

Desafortunadamente sí…

El 27 de mayo de 2015 fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el “Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de combate a la corrupción”.

En una siguiente entrega nos ocuparemos del contenido de este Decreto…

Véase en esta página el video “El fetichismo de la norma jurídica”:

Un Comentario

  1. Queridísimo Dr. HERT: Qué entrega, qué tema tan polémico y siempre vigente, “la corrupción”, perfectamente entendida, descrita y acotada por tí, justamente así como la concibes de manera genérica y no focalizada a sectores, estratos sociales, actividades, etcétera…..sino abarcando a casi todos, es lo correcto, descanso poco porque afortunadamente sí existen personas, las menos para ser realista, que no son corruptas y no son corrompibles, a prueba de todo, para muestra de botón TÚ.
    Y desafortunadamente ni “la corrupción”, ni ningún otro vicio y/o virtud, se extingue, se abroga o se crea por Decreto, es un tema mucho más complejo y va unido a la idiosincrasia.
    Veo la corrupción como regla general y lo incorruptible como la excepción en la naturaleza humana. Será?
    Espero emocionada tu siguiente entrega.
    Mi cariño siempre SCCh. שושי

  2. Excelente artículo teacher!!!
    Duele pero es cierto: «La corrupción somos tod@s». Toda la razón de que esta lacra no se limita a un solo sector de la sociedad mexicana,está en todas partes!

    Escándalos y denuncias contra individuos del sector público y privado van y vienen y no pasa nada!!!! Tod@s continúan en el ejercicio cínico de «sus actividades» sin que jamás les preocupe siquiera ser exhibidos como ladrones y/o corruptos, mucho menos ser sancionad@s!!…
    «Total, si los descubren… aguantar el chaparrón por algunos días que ya vendrá un nuevo escándalo con otr@s protagonistas», al fin y al cabo «los mexicanos no tenemos memoria» o por lo menos, no actuamos en consecuencia.

    La solución?? La desconozco!!! Pero me queda claro que las leyes por sí mismas no lo son, por más que éstas fueran hechas por los hombres más probos (que aún sobreviven al fango social del cinismo colectivo) y/o erúditos en la materia. Lo anterior, dado el altísimo grado de impunidad que corroe a nuestro país y que cobija esta lacra social.

    Si alguién «no teme ponerse a las patadas con Sansón» y se toma la molestia, así como el tiempo de intentar acciones legales contra estos pillos, descubrirá tristemente que incluso, las personas encargadas de perseguir estos delitos también están coludid@s y/o son beneficiari@s, en algún grado, de la comisión de los delitos que debieran perseguir!!!! Por lo que las leyes son letra muerta en nuestro país y motivo de escarnio público y «muerte social» para aquel iluso que osa exigir su cumplimiento,…»¡Pobre inadaptado! Con esa actitud negativa ¡Obvio que se le cierren las puertas donde se pare! ¿Qué no se da cuenta que hay intereses que no se deben tocar?» .

    En fin teacher, nuevamente lo felicito por su artículo y al igual que Susana, estoy impaciente por leer la siguiente entrega!!!

    Saludos y un fuerte abrazo!!!
    XVSG.=)

  3. Tan brillante como siempre doctor. No dejo de aprender, Y no dejare. Mientras usted no lo permita con esta maravillosa pajina.

  4. Brillante su artículo ,cuanta verdad yo tampoco creo que solo por decreto de logre controlar esta lacra incrustada en la cultura del mexicano por siglos creo q desde la colonia yo si creo q tenga solución y esa esta en las primeras enseñanzas. De los padres a los hijos y luego en la escuela primaria y secundaria. Etc cosa que ud ni yo vamos a ver. Pero que se tiene que empezar. Por principio de cuentas se tendría que tener un profesorado. Qué bien preparado y que no le tema a las evaluaciones . A decir verdad tiene la corrupción en México. Un fondo creo yo que va hasta el mismo ADN que determina la herencia la corrupción en México está en la esencia misma del mexicano. Claro no dudo deben de haber sus muy honrosas esepciones . Pero existirá algún mexicano q nunca haya sido extorsionado en algún trámite procedimiento no lo creo hasta en la escuela en el recreo los mayores y mas fuertes corruptos desde ya contra el más débil del salón. Esto no tiene fin ni principio me rindo

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